Al segundo paso los mosaicos empezaron a separarse y cuadro a cuadro llevában los pasos de mi humilde bastón.
Un árbol se abrazaba a otro y empezaron a tapar la luz.
Las hojas caían delicadamente por los troncos como si bajaran con mucho cuidado para no hacer ruido.
Se apagó la luz hasta que los árboles tampoco se vieron. Sólo el bastón que ya no tocaba nada, guiaba mis pasos con una fuerza suprema.
-Hola, soy el pequeño Larousse Ilustrado - se escuchó una pequeña vocesita... -Has sido privilegiado de llegar hasta acá, Ahora tienes que despojarte de tus ropas y la piel que llevas puesta.
-¿Y Cómo hacer eso?
Se acercó entonces otro pequeño librillo que me tomó del espíritu y la mano izquierda.
Terminó de decir eso y entregó el espíritu. Cayó al suelo abierto en dos y enseguida se fué la luz.
Palpando en la oscuridad lo tomé...
-Léeme, léeme antes de que muera.
Entonces empecé a leerlo, la luz y su espíritu regresaron y poco a poco ha ido recuperando la salud.
Saludos y Excelente Semana.
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